Barfly
Pienso en Tom Waits e imagino canciones que tose un tocadiscos que no existe. Y veo a Jangling Jack en su taburete pretendiendo ser rey en un lugar despojado de fieles. Y Bandini que me mira desde el fondo, no sabe si quedarse con su vaso o con mis piernas. Las cruzo para él, pero no gano.
La barra sucia y pegajosa es el altar de la última plegaria. El dios de ocasión en acto milagroso reparte gotas ásperas. Un poquito de olvido en todas las gargantas.
Arriba la misma luz encarcelada entre insectos que miran distraídos como ángeles sin capas. Allá en el fondo hay un tipo que balbucea historias en busca de atención. Al mirarlo parece entusiasmarse y levanta la voz, tal vez creyendo en que alguien sigue el hilo del relato. El tocadiscos se detiene y el tipo sigue hablando, nadie lo mira excepto yo. Tom Waits atraviesa las mesas buscando líos que solo acabarán con algún que otro vaso náufrago en el piso. Y me vuelvo a ir. Camino despacio hacia la puerta mientras voy dejando tras de mí el humo del cigarro que me protege y los vidrios de una escena casi perfecta.