Escrito en la ventanilla

V:-“¿No es curioso cómo la vida deviene en melodrama? Lo es todo, la perfecta entrada, la gran ilusión, lo es todo, y voy a armar un buen espectáculo. Verás, han olvidado el drama, abandonaron sus textos, cuando el mundo se marchitó bajo las candilejas nucleares. Voy a recordárselo. El melodrama. Los folletines y los seriales. Verás, el mundo entero es un escenario y todo lo demás... es vodevil”

12 marzo 2007

La mujer es el diablo

Abandono la plaza. Camino con paso rápido, como dejando atrás el miedo y la soledad que me produce fumar sentada en los mismos bancos verdes. Leo para despistar, para sentirme concentrada aunque bien sé que no podría retener el contenido de una página en un contexto que siento adverso. De pronto un hombre de la calle, que no atraviesa el temporal porque es un día trágicamente soleado, se instala a mí lado. Se para y comienza a caminar a mi alrededor. Sólo una frase repetida como una plegaria desatendida: “la mujer es el diablo, la mujer es el diablo, la mujer es el diablo”. Me lo dijo mirándome a los ojos, mientras yo me esforzaba inútilmente por camuflar mi cara tras el humo. No pude. Yo también lo miré a los ojos. Lo miré insistente pero con calma de tierra seca. Se calló de pronto. Agarró su bolsa y se alejó silbando por el camino empedrado que separa al banco verde de la calle. Desde atrás, casi vi sus costillas a través del buzo. Supuse que algo latía enjaulado ahí dentro. Di la última pitada, me paré y me fui. Cuando volví a buscar el libro que me había olvidado, vi desde lejos que un hombre triste leía en el mismo banco. Y me fui una vez más, pensando en el diablo, en las mujeres y en otras cosas menos importantes.

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