It’s time to go away. (El adiós)
En un principio los posteos fueron auto referenciales, es decir, todavía no lograba adaptarme a la libertad del anonimato ni al medio, por lo que trataba de contar tales vivencias al respecto. Hasta que más tarde Escrito en la ventanilla fue transformándose en una pequeña e ignota vidriera de impresiones de lo que en aquella época (es que de verdad siento que pasó mucho tiempo) causaba algún tipo de conmoción en mi perspectiva impulsándome a tratar de darle a eso una forma letrada y virtual.
Abrí Escrito en la ventanilla a fuerza de insistencia. Porque en aquel entonces alguien consideraba que yo debía tener un medio para desarrollar alguna que otra idea. Así fue como ese alguien, “el emisario”, quien traspasó la frontera de los nombres como la persona más importante de mi vida (y ya sabemos como son las cosas importantes), no solo armó el blog sino que le puso el título que hoy tiene. Traigo para ilustrar desde el segundo posteo el breve párrafo que da una explicación a tal detalle: Una vez hace mucho, probaba un cassette en un grabador de mano. La verdad es que siempre me intimidó inmortalizar la voz en algún sitio y más si se trata de palabras improvisadas. Entonces tomé un libro de Bukowski y grabé las primeras líneas de un relato. “Escrito en la ventanilla”. Cuarta frase antes del punto. “Peso neto cuatro onzas” no hubiera estado tan mal.
Un día el blog cumplió un año y para celebrar con los cinco o seis lectores que por aquel momento comentaban publiqué, luego de “There she goes again”, el primer relato. Se trataba de “Decididamente suave”, un cuento sobre apartamentos viejos, espuma de afeitar y marquesinas. Y con “Decididamente suave” el blog no sólo se perfiló hacia un camino de intento de relato breve, sino que con él comenzaron a aparecer más lectores que se animaban a comentar. Y eso en un primer momento estuvo bueno, porque sentí que por lo menos mis palabras tenían algún tipo de receptividad, pero luego me di cuenta de que de cincuenta comentarios muy, muy poquitos, realmente exponían algún rastro de lucidez. Entonces la expectativa de la cantidad de comments, mutó en corroborar si esos mismos poquitos de siempre seguían ahí.
No faltó por supuesto el comentador anónimo que se encapricha con un blog e intenta sembrar algún tipo de polémica. Escrito lo tuvo, un sujeto que se hacía llamar Antonio y que le dio al blog su minuto de cumbre más bizarra. Y los relatos de Clementina fueron saliéndose de ella, trayendo a un primer plano las historias, que se revelaban gradualmente, como esos hologramas que hay que mirar fijo y que duran muy poco. Creo todavía en aquella eterna máxima de Wilde: revelar el arte y ocultar al artista es la finalidad del arte. Clementina no es una artista, por supuesto que no, pero supongo que tal máxima es un tiro libre que pega en el palo de esto que estoy tratando de moldear.
Y un día alumnos de una universidad en México me dicen que un profesor está dando en clase los relatos de Clementina. Gracias por eso Migueleos. Ese detalle excedió mi capacidad de asombro. Y en Buenos Aires un día suena un teléfono y Clementina conoce a D y se regalan una noche sobre el empedrado de San Telmo. Y otro día, alguien se toma un barco desde otro país para conocer a Clementina, y Clementina conoce a Mayfly y ambos tienen la certeza de que la locura nunca tuvo maestro y que Perfect day va a brillar para siempre en la repisa del apartamento que mira al jardín de las avenidas que se bifurcan.
Escrito en la ventanilla fue una experiencia motivante. Con o sin la certeza del lector cómplice, intenté dar formato de cuento a algunas ideas que de pronto se me ocurrían. Y ese mecanismo de alguna manera performó un estilo de observación y plasmación, obturando mis varias percepciones y ejercitando la técnica que fue para mí la más difícil de lograr: el relato de simplicidad densa.
“Lo que sé: no siempre soy lo que quiero. De ahí la importancia del disfraz. El disfraz es la verdadera intención. La verdadera voluntad. El disfraz obliga”.
Hoy, primero de setiembre, decido que Escrito en la ventanilla y Clementina deben morir en primavera. Así es como esto llega a su fin. Guardo en el ropero mi traje de mendigo y los zapatos de estrella.
Now if I was an actor or a dancer who was glamorous
then you know an amorous life would soon be mine
but now the tinsel light of starbreak
is all that left to applaud my heartbreak.
It’s time to say goodbye.
Ha sido todo un placer.