Escrito en la ventanilla

V:-“¿No es curioso cómo la vida deviene en melodrama? Lo es todo, la perfecta entrada, la gran ilusión, lo es todo, y voy a armar un buen espectáculo. Verás, han olvidado el drama, abandonaron sus textos, cuando el mundo se marchitó bajo las candilejas nucleares. Voy a recordárselo. El melodrama. Los folletines y los seriales. Verás, el mundo entero es un escenario y todo lo demás... es vodevil”

23 abril 2006

Royale with cheese

Sucede que cuando Quentin Tarantino estrena película trato de verla. El tipo se ganó un lugar como director, eso está claro. ¿Había entonces alguna necesidad de aparecer en los créditos de una película tan mala como Hostel? No,no. Quedate en el molde Quentin, si te vas a arriesgar es porque querés dirigir a tu estilo una historia que merezca ser contada.

Hostel es la previsible película de terror perteneciente a la camada que se ha estrenado en los últimos tiempos como La casa de cera, o alguna de esas. Sucede que si uno fue a ver La casa de cera, no iba esperando nada más que lo que una actuación de Paris Hilton podía dar. La cosa cambia cuando Tarantino aparece en los títulos de la promoción. Una gran mentira. Lo sabía, pero igual fui.

Hostel pretende ser algo a lo que no se aproxima en lo más mínimo. La historia básicamente se resume a tres pibes yanquis, con dinero para gastar (obvio), que están recorriendo Europa como todos los pibes yanquis al pedo con mucho dinero para gastar. Imagínense el típico estereotipo de idiota (jo jo jo) que te dan ganas de matar. Ya desde el vamos no hay ni un esfuerzo mínimo por romper el dogma del protagonista joven y boludo. Pero eso no es lo peor de la película. Estos chicos sólo quieren divertirse y en este tipo de pequeñas mentalidades lo único que existe es sexo, querer coger, querer coger, querer coger. Estos protagonistas no alejan sus pensamientos de ese lugar y será ese motivo el que hará avanzar la acción de los personajes. Arrancan en Holanda, (ay!, si tan sólo pudiera haberme quedado con aquel recuerdo de Vincent Vega narrando su paso por Ámsterdam) muchas prostitutas de escaparate, en fin, la visón más evidente de un país que seguro da para más, con monarquía y todo. Una noche conocen a un tipo que les dice algo así como “si quieren minas vayan a Eslovaquia, ahí las chicas quieren sexo todo el día” y obviamente, como tres zombis se dirigen hacia allí. Llegan a un hostal y comparten la habitación con dos chicas, una rusa y otra local que de entrada los invitan a un spa. Sí, estas nenas serán las malas, parte del plan siniestro. Oh, no!
Los tres protagonistas son secuestrados uno a uno. La historia es que hay una organización mediante la cual, cualquier persona pagando una módica suma, tiene derecho a torturar de las forma que se le ocurra a cualquier boludo que ande por ahí.

Desde que tengo memoria la mirada occidental se ha vuelto con recelo hacia el lado oriental de Europa. Hay una especie de visión temerosa con respecto a los países de Europa del este. Actualmente la mayoría de esos países ya entraron a la Comunidad Europea y siempre hubo inquietudes por parte de Inglaterra, Francia y España. Hay gente que piensa que la gripe aviar, por ejemplo, es parte de un gran plan para fomentar el miedo y detener la circulación y el paso de fronteras en el continente europeo. Sobre todo detener a personas del Este que intentan alejarse de ese lado, precisamente.

La película plantea una visión tan básica y letal que me provocó ganas de irme del cine. Ingenuamente se nos presentan a los habitantes de Europa del este como “los malos”, gente de temer, y sobre todo de desconfiar. De repente uno se encuentra simpatizando por “los buenos” (eso nenes que ya describí más arriba: yanquis, ricos, pajeros y boludos ay!!!!!) El discurso que parece emanar todo el tiempo en la película es “en mi país eso no pasa”. Una vez más el sueño americano, por dios!. Cuándo va a ser el día en que algún estadounidense (dejemos a M. Moore fuera de esto, yo pido otra cosa) se digne a contar la historia al menos con un gramo de veracidad. Cuándo va a ser el día en que el in/ conciente colectivo yanqui vincule la palabra “tortura” directamente con su país y no con los países de Europa del este. Como si la U.R.S.S se hubiera tratado de un gigantesco iceberg, países como Eslovaquia o Ucrania siguen siendo vistos como pedazos de hielo desprendidos y a la deriva del continente. Y encima son pedacitos de hielo con antepasados comunistas, oh no!!! Vamos, la ingenuidad ya no tiene lugar en este mundo, excepto para los idiotas que estaban sentados atrás mío en el cine, y algunos de más arriba, y algunos del costado y de más allá, aaaaaaahhhhhh!!!!

Como para darle el toque cool y a modo de guiño cómplice, cuando los protagonistas entran al hostal hay una pequeña tele prendida por la que se puede ver por un instante la escena de Pulp Fiction denominada en el track del disco “Ezequiel 25:17”. Es un recurso ya tan obvio que ni siquiera me emocionó.
Quentin, no había necesidad. Que comercialices tu nombre como una marca para darle un poco más de estatus pop algún que otro producto, bueno, vaya y pase. Pero que lo prestes para aparecer en los créditos de películas de tan baja calaña... Si te seguís portando así voy a tener que llamar a Mía, a Marsellus Wallace, a Mr Pink o al Lobo, para que te den un par de palmaditas. Si hay algo que un director nunca debería concebir es hacer quedar mal a sus personajes y más si son personajes como estos. Vincent Vega y Jules Winnfield nunca hubieran aparecido en una película como Hostel. Quentin, menos mal que no tuviste una participación como actor, eso ya hubiera sido demasiado.

|

03 abril 2006

Desaparezca aquí

Me acuerdo cuando salió el programa televisivo Gran hermano. La versión española fue la primera que llegó al Río de la Plata y aunque no teníamos el vértigo del programa en vivo y en directo, lo mirábamos intrigados para ver de qué se trataba este raro proyecto que incluía debates y gente encerrada dentro de una enorme pecera por quien sabe cuanto tiempo. Como casi siempre ocurre con todo aquello que genera una pizca de polémica y otra de intriga o curiosidad a nivel mundial, otros programas de tele, internet, publicaciones en papel, etc, intentaron explicar cómo había surgido el proyecto y en qué se inspiraba un producto de tal magnitud.
Es ahí, como de refilón, en donde vuelve a la palestra el escritor George Orwell, quien a fines de la década del 40 había plasmado en las páginas de un libro la visión futurista de el año 1984. Seguramente con el auge del Gran Hermano (el programa de tv) el libro debe haber vuelto a los escaparates de las librerías, justo ahí entre Bin Laden y gente como Osho. Se debe haber vendido en grandes cantidades para luego ser depositado en las distintas bibliotecas particulares a juntar tierra y a simbolizar una época en la que había pasado algo grande en la tv. Simplemente eso.
Ayer terminé de leer "1984". Con el auge del Gran Hermano no lo había querido leer. Es que me negaba con cierta convicción a leer libros de la calaña que acabo de nombrar y el de Orwell pues, era parte de esa especie. Una vez que empecé a avanzar en la cantidad de páginas la idea del programa televisivo se fue esfumando de mi memoria hasta desvanecerse casi por completo. El "casi" sobrevive porque de todos modos había un paralelismo inevitable de trazar entre el show y la historia contada por Orwell. El tópico planteado simplemente es siniestro. Sin embargo es demasiado simplista la concepción metafórica de un ojo que todo lo ve.
Orwell plantea un mundo en el que el totalitarismo es devorado por si mismo y vomitado por una gran boca hambrienta de poder. El poder será en esta concepción el único fin del Partido dominante. En el universo planteado por el autor, no existe ningún tipo de libertad individual (especialmente la de pensamiento) los derechos sociales ni siquiera son parte del pasado, porque en este mundo el pasado no existe. El sistema ejerce su coerción de la siguiente manera: allí donde haya un individuo habrá una tele pantalla que lo controle. Si la tele pantalla advierte que el individuo tiene un cambio de comportamiento distinto al impuesto por el partido (cambio de comportamiento incluye actitudes sospechosas, gestos o tics nerviosos) la persona será "evaporada", es decir desaparecerá sin dejar ningún tipo de rastro de su existencia. Esa evaporación incluye tiro en la nuca, previa tortura.
El protagonista de la historia, Winston, trabaja en el "Ministerio de la memoria". Es un empleado de archivos encargado de seleccionar material con contenido histórico noticioso y arrojarlo a un incinerador con el fin de no dejar ningún tipo de rastro sobre el pasado. Porque el partido, demás está decir, maneja los hilos del devenir a imagen y semejanza de sus ansias de poder. Este protagonista tiene ciertas similitudes con el personaje Neo de Matrix, película posmoderna que sin dudas toma elementos de "1984". Winston y Neo aparecen en ambas historias como los elegidos, ya que ambos son capaces de adquirir un grado de conciencia en universos que aparecen como la única verdad posible. En "1984" quien obedece al partido se entrega a él, no reconociendo como legítima otra posibilidad que no sea planteada por el Gran Hermano. Winston, al contrario de toda la sociedad tiene algo propio: su mente, porque para él, en oposición al partido, sí hay una diferencia entre actuar y pensar. Winston ha aprendido a dominar su carácter, sus gestos, su forma de hablar y lo hace sólo cuando es necesario y a favor del partido, pero sabe muy dentro de su mente, que esa no es la única realidad que ha existido en el mundo. Trabaja en el Ministerio de la memoria y, paradójicamente necesita desesperadamente conocer el pasado, pasado que se le escapa de las manos como los cientos de papeles que arroja día a día por el incinerador.
Rompiendo las reglas que el miedo le impone, Winston adquiere un cuaderno y una lapicera, objetos que si eran encontrados en posesión de algún individuo éste sería gravemente penado, probablemente evaporado. El mayor temor del protagonista es la paranoia que le provoca saberse carnada de la policía del pensamiento, porque sabe que él piensa y en este sitio pensar es un delito.
¿Cómo controlar el pensamiento de los hombres sino se empieza primero por el lenguaje? El partido tiene ese aspecto previsto y en el año 1984 va por la décima edición del diccionario de la Neohabla. Ésta básicamente es reduccionismo en estado puro. Economía de palabras es economía de pensamiento. Todo lo escrito hasta el momento será re escrito en la Neohabla incluyendo a la literatura que sólo se conocerá por nuevas traducciones y, según el partido, las obras no sólo serán distintas al original sino que serán el polo opuesto de ellas mismas. La Neohabla implica en este caso, abolir las ambigüedades del lenguaje, no dar lugar a dudas, desterrar todo discurso autorreflexivo. No es raro que dentro de este contexto la literatura sea el primer enemigo a eliminar. El lenguaje connotado implica ideología, y si hay algo peligroso en el contexto de 1984 son las ideas y más si están organizadas. El lenguaje literario tiene carácter sugerente, la metáfora es aliada del pensamiento, del descubrimiento de nuevas relaciones en el mundo, por lo tanto será potencial enemiga de la doctrina partidaria. Winston lo sabe, por eso escribe

|
Weblog Commenting and Trackback by HaloScan.com