Escrito en la ventanilla

V:-“¿No es curioso cómo la vida deviene en melodrama? Lo es todo, la perfecta entrada, la gran ilusión, lo es todo, y voy a armar un buen espectáculo. Verás, han olvidado el drama, abandonaron sus textos, cuando el mundo se marchitó bajo las candilejas nucleares. Voy a recordárselo. El melodrama. Los folletines y los seriales. Verás, el mundo entero es un escenario y todo lo demás... es vodevil”

27 setiembre 2006

Welcome to the jungle

Cada vez es más abundante esa especie de fauna mecánicamente equipada que suele denominarse turista o grupo de turistas, o gente que pulula por el sitio de ocasión con cámara de fotos en mano a modo de rifle cazador en busca de marfil. Uf!!! En el otro extremo del pastel se puede notar el advenimiento de parques temáticos en todo el mundo. Sinceramente no tengo noción de en qué momento de nuestra era comenzó esta moda. Tal vez haya sido por la película Jurassic Park, pero eso es otra historia. Lo cierto es que los parques temáticos existen y los hay para los gustos más diversos. Pues bien, me pregunto entonces por qué motivo los turistas acceden con voracidad a visitarlos. El parque temático por lo general recrea realidades inexistentes o inaccesibles o a la experiencia humana. Y ojo, que no necesariamente tiene que ser algo extravagante para entrar en la categoría de tal, cualquier zoológico puede ser factible de serlo. Al fin y al cabo también es un fragmento de realidad insertado en la cuidad que reduce su referente a la mínima expresión. Ahora bien, la dinámica de la clase turista ha aumentado, el turista no conoce un lugar, se lo traga y lo eructa a través de un instantáneo flash para luego darlo por visto. Si yo viajara un día a Egipto, por ejemplo, me gustaría ver las pirámides directamente y tocarlas si es posible. Gracias a la fauna turista eso no va a ser posible, pues bien, tendré que limitarme a contemplarlas a varios metros de distancia. El turista estereotipado no solo se caracteriza por su incontinencia fotográfica sino también por su cultura souvenir. Una cosa es llevarte el jaboncito del hotel, otra es ir a rasquetear una escultura Griega para llevarte el pedacito de piedra con el que vas a volver a tu país y le vas a decir a tus amigos “che! yo estuve en Grecia, tengo pruebas!!” al tiempo en que no dudas en sacar la bolsita que contiene el pedacito de eso que un día fue una escultura entera. Como la cultura souvenir depredadora es un problema para el patrimonio histórico se han tomado varias medidas. O bien se ha optado por cercar el monumento o pieza en cuestión para mirarlo de lejos y si, obvio, sacarte la foto; o lo que es más insólito todavía, se ha llegado al extremo de construir una reproducción cerca del original y negarle a los turistas el acceso a éste último.

Pero lo que realmente más allá de todo esto me llama la atención es un dato que me enteré hace poco. En estados Unidos, no contentos con el éxito de Disney World, lo último fue la construcción de un parque temático del Tercer Mundo. Ejmm! Dije bien: Un parque temático del Tercer Mundo. Supongo que el turista va, saca un par de fotos y en media horita da por visto América del Sur. Tal vez África le insuma un poquito más de tiempo. Y me pregunto cómo será ese parque temático construido desde la perspectiva imperialista. Acompañadme pues, a este breve recorrido imaginario por esa reproducción fantástica de este sitio donde vivimos:

La puerta de acceso es gigante, de madera tapada por extensas enredaderas estilo Indiana Jones y el templo de la perdición. Antes de entrar le advierten al turista que el recorrido es sobre agua y le aseguran que arriba de las precarias balsas de madera no corre ningún tipo de riesgo. Una vez aclarado este punto lo proveen de chaleco anti balas y casco camuflado y le advierten que se lo ponga sobre todo a la altura de un lugar que se llama Colombia. Una vez traspasado el umbral, a modo de Mickey que da la bienvenida aparece un imitador del sub comandante Marcos que le apunta con la metralleta y le dice “Welcome” a través de su pasamontañas. Como si se tratara de una especie de rural del prado cada país está representado por un stand con sus objetos o personas (en este caso da igual) más significativas. De más está decir que todos los personajes están interpretados por latinoamericanos que no encontraron un trabajo mejor en el big dream. En el stand de Venezuela le permiten al visitante detener la balsa para tirarle cocos a la sonriente cara de Chávez, al tiempo que se escucha música caribeña mientras alguien desde el control sube la temperatura e intensifica la luz del foco que oficia de sol. En Colombia empieza a caer del techo un rocío a modo de humedad, mientras que por un altoparlante le avisan al turista que se ponga el casco ya que hay unos guerrilleros camuflados en la selva del stand que no dudarán en dispararle balas de utilería al más mínimo movimiento. Podría considerarse que este es el stand que más repercusión tiene ya que es el que mayor adrenalina genera. En Bolivia, Perú y Ecuador dejan que el visitante se saque fotos junto a esos personajes de rasgos tan extraños. En Chile, Pinochet le cuenta chistes a los más chiquitos desde su silla de ruedas y les da tips de cómo torturar a Ken y a Barbie de la forma más efectiva, al tiempo que hay una caja de material proscrito en donde se asoma un documento con tres letras: All. En Brasil, por supuesto samba, mucha samba y Lula bailando con Groening, mientras que Bart invita al turista a una fabela mientras le dice: d pelos!!! es exótico!! En Paraguay hay una pequeña capacitación que se detiene sobre todo en la explicación de tres términos: frontera, contrabando, re venta. De regalo, cigarrillos Eco recién decomisados.

Ya en Argentina le detienen la balsa con un piquete, mientras que otros dos tipos se alternan permanentemente diciendo “quiero! Vale cuatro!” Por supuesto siempre hay un medio de comunicación argentino en el lugar del hecho, entonces el turista en éxtasis total filma y es filmado. Este recorrido también es popular a la salida. Ya cuando piensa que va a ser escupido pronto a la seguridad del exterior, todavía queda por visitar un stand. Es el último y es el que sorprende más a los turistas. En el stand de Uruguay hay dos uruguayos tipo haciendo de uruguayos tipo. Su función es asediar al turista con una extraña infusión verde, mientras la música de fondo escupe hits de Pablo Estramín, Canario Luna, y José Carbajal entre otros. El turista, que a estas alturas ya está en estado de total descompensación, pronto es expulsado, con balsa incluida, al territorio certero de donde piensan, nunca deberían irse.
A la salida hay un afiche gigante del Che Guevara con unas letras impresas que rezan lo siguiente: thank you for visiting us. Don’t be scared. The nightmare has finished. Hasta la Victoria, baby.

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